martes, 9 de diciembre de 2008

Ciudad oculta


Mis átomos respiran
cuanto monóxido urbano
se encuentre atento,
esperando sin aletear
en cualquier esquina
de la ciudad salvaje.

Percibo el aire, enviciado,
casi líquido y carnal
que invade impávido
lo aún sin daño
y si algo puro queda
todavía, también.

Ya vencidos
rolamos entregados
al destino impúdico,
desvergonzadamente obsceno
de la gangrena cívica
que nos mancha negra.

Con voluntad indigna
de basuras muertas
yazco frente a los ojos
que nada juzgan
y todo compran
a cuotas vencidas.

Mi renuncia tardía
a lo procaz e innoble
antes que me vendan,
o que cambie un beso
de aquellos que un día di,
por un disfraz alquilado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta mucho tu poesía Claudio
me quedé con este porque fue el ultimo que leí.
saludos

A dijo...

Tengo un hondo presentimiento
que hace mi pecho temblar
los labios me muerdo
por el entusiasmo al imaginar
que la boca que yo recuerdo
volveré pronto a besar

Se romperá en mil pedazos
de ser, mi cuerpo de cristal;
imagino el eterno abrazo,
pero no adivino el final.

Claudio S. dijo...

El final, si alguien lo sabe
ese ha de ser el destino
que con pasión y sin tino
nos sorprende en cada esquina
cada rosa tiene espina
la boca es beso y es vino.