Entorno sutil

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tu piel
argamasa de mis sueños
liturgia pagana de lo ardiente
y bálsamo de ratos púdicos

me deambula

por la estación de tus labios
que se baten a duelo
sólo por ver batir tus alas
que detienen el tiempo
como quien detiene el aire
por capturar tu suspiro
que se entorna sutil
al coro de tus silencios
que juran porvenires
y perjuran refugios
al amparo del zaguán
de la hora más muerta
apéndice del tiempo
que no vuelve a nacer
sin tu savia

sólo tuya

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Desnuda la luz

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desnuda y tenue
gira la luz en tu silueta
dulce y procaz
dulce tu boca
procaz el miedo
del papel de arroz
que tiembla impune
la tos del alma
de dudas acres
que vuelan grises
y anidan negras
tras el cielo diáfano
de tus ojos eternos
erupción de cosas
que nadie explica
fotones de seda
que velan mi placa
con tu luz tan clara
y amanece la tarde
que enseña y confunde
con la hora pronta
de besar sin apuro
para despedir al tiempo
de llegar temprano
y que la nube oscura
esconda el silencio
del momento abyecto
con el ruido hosco
de aquel celular
que llega en vilo
anunciando excusas
que no son tan dulces
como tus pezones
que me apuntan níveos
mientras nuestro instante
que emborracha al celo
recorre de nuevo
el camino ansiado
de tu boulevard
que lleva al edén
de creer que el cielo
pueda ser guardado
bajo la sábana
de nuestro jardín


imaginario
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